miércoles, 21 de diciembre de 2011

Susurros de madrugada


Al tocar la madrugada
la neurona hacendosa,
en un instante de lucidez,
se convierte en juez y jurado
dictando sentencias en los pleitos
defendidos por la sinrazón.

Son esos momentos los que piden
a mis manos acercarse la tinta,
para esculpirle palabras
a un papel desprovisto de calor,
de emociones y de sueños,
desamparado en un mar de calma.

Son esos momentos concretos
los que dan sentido a cada noche
en la que mi única compañía
es cada una de sus dolorosas ausencias.
esas noches en las que mis manos tejen versos
por no poder enredarse en su pelo.

Esas noches en las que el único calor
es el de la luz que arroja en la oscuridad
inquebrantable, un flexo inquisidor,
que alumbra los pasos
de los sueños que ya no tengo,
de las letras que ya no escribo

lunes, 19 de diciembre de 2011

El horizonte del pasado V


Se sentaron en unas rocas que la marea aún no había alcanzado.
–¿Sabes? Me alegré mucho de que cumplieses tu sueño.
Le miró extrañada.
–Sí. Leí tus libros.
–Oh...
–Y quisiera pedirte un favor, ahora que tengo tiempo.
–Claro. Pide lo que quieras....
Tragó saliva y la miró solemnemente.
–Quisiera... que escribieses sobre nosotros, sobre este lugar, sobre lo que vivimos... ; sólo para que siempre puedas recordarme.
–No entiendo..., yo siempre te he recordado.
–Pero quizás las cosas cambien desde ahora... Prométemelo, promete que escribirás sobre nosotros.
–Te lo prometo –le dedicó una sonrisa–. Estás muy raro...
Una expresión de amargura disfrazada le recorrió el rostro...
Cuando el crepúsculo tiñó las nubes de tonos naranjas y rojos, decidieron volver a casa. Ella se adelantó un poco para poder disfrutar sin distracciones de la cálida sensación del mar; pero cuando se dio la vuelta, él no estaba.




Nos vemos el año que viene con la última entrega. Gracias por dejarte caer en mis sueños.

domingo, 18 de diciembre de 2011

El horizonte del pasado IV


Llegaron hasta la colina que se veía desde el mar, donde estaba colgado el columpio. Corrió hasta él y se sentó sobre el neumático; se deshizo de los zapatos y comenzó a mecerse.

Otras sensaciones que añoraba regresaron: la caricia del viento con fuerza en su cara, el cabello flotando en el aire y la lluvia de rayitos de sol entre las hojas mientras se mecía entre las ramas...


Como una foto en blanco y negro, una imagen se pasó por su cabeza: veintidós años atrás, en aquel mismo columpio estaba ella con bañador y el pelo largísimo al viento, riendo sola y cantando cuando apareció Alex con la
cara muy seria.
–Qué ocurre –paró en seco.
Él se puso frente a ella y no fue capaz de mirarla a los ojos.
–¡Alex!
–He ido a tu casa y mirado por tu ventana para ver si estabas ... y he visto un billete de barco.
Se puso muy tensa.
–¿Cuándo pensabas decirme que te ibas?
–Te lo llevo diciendo años. Ya soy mayor de edad y puedo valerme por mí misma.
–¿Lo sabe tu madre?
–¡No! –perdió el equilibrio y se cayó del columpio– No dejaría que me marchase.
Él apretó los puños con fuerza y el rostro se le crispó de rabia. Por fin la miró a los ojos.
–¡No puedes irte!


La imagen se desvaneció poco a poco y, para cuando volvió en sí , Alex la miraba con tristeza.
–Recuérdame... ¿Por qué te marchastes?
Se sentó junto a él, en el suelo, con la espalda apoyada contra el tronco del árbol. Suspiró.

–Una isla demasiado pequeña para unas ambiciones demasiado grandes.
–Pero dejaste algo en esta isla, a alguien que nunca dejó de pensar en ti... hasta morir de pena.
Apoyó la cabeza en su hombro y le miró con expresión apenada.
–Lo siento.
El forzó una sonrisa, lo más sincera que pudo.
–Venga, vayamos a dar un paseo.

Fueron por los caminos que solían recorrer juntos cuando ella vivía allí hasta llegar a un puente que cruzaba la desembocadura del único río de la isla.
Le miró suspicaz y luego le tomó de la mano.
–Sí, te he traído aquí a propósito –dijo él.
–Aquí fue donde le robaste un beso a una niña inocente.
–No tan inocente –bromeó.
Ella no se había enamorado de nadie más; no por falta de oportunidades, ya que era una mujer exitosa, buena y preciosa que había conocido mucha gente debido a su trabajo como periodista. Pero no había ni un solo hombre que la hubiese llenado tanto como Alex, y tampoco consideraba imprescindible compartir su vida con alguien.
Bajaron por un sendero hasta la playa junto al puerto, y allí se quedaron, esperando que el sol cayese en el horizonte como para poder seguir retomando el tiempo perdido por una distancia de años.




sábado, 17 de diciembre de 2011

Vencí al fantasma


Desperté de mi  letargo
decidido y pluma en ristre
Cargué contra mis molinos,
escribí el poema.

El inesperado resultado fue
huesos rotos y versos quebrados.
Vencí al fantasma,
derroté a mis miedos.

La victoria amarga,
la más dulce de todas.
las cicatrices son el recuerdo
de la bella hazaña.

jueves, 15 de diciembre de 2011

El horizonte del pasado III


–Hoy era el día...
Pese al tono grave de voz masculina cambiada por los años, pudo reconocerle. Pero no podía creerlo, simplemente no podía ser cierto...
Levantó la vista y allí estaba, en el umbral de la puerta. Era más alto, estaba más fuerte, tenía una barba descuidada y algunas arrugas surcaban su piel... pero era él; sus ojos se lo decían, aquel verde agua marina era inconfundible. Le sonreía con las manos metidas en los bolsillos y una expresión de felicidad absoluta. Tenía veintidós años más, pero en el fondo seguía siendo el chico de dieciocho años que dejó en la isla.
Se levantó y corrió hasta él. Pienso que quizás aquello no fuese lo correcto para una mujer de su edad, pero era tal la emoción que la embargaba que lo demás le daba igual.
Él la rodeó correspondiendo a aquel abrazo....; se quedaron así largo tiempo...
Inspiró el olor de aquel hombre que ella seguía viendo como un chico.
–Oh, Dios... Marta, por fin has vuelto. Ella le miró y sonrió sin querer.
–Eres tú. ¡Has cambiado tanto... !
–...Han pasado los años sobre mí –se mesó la nuca con inseguridad, como solía hacer.
–Sí...
Volvió a estrecharle como si sintiese que en cualquier momento se fuese a ir.
–¿Por qué no volviste antes? –hubiera deseado no hacer aquella pregunta, pero tenía que saberlo.
–Tenía miedo de no tener valor para volver a irme, no sabía qué me diría mi madre... pero lo importante es que ya estoy aquí
–Sí, es lo importante.
–¿Por qué está así ... esto? –se apartó de él con cuidado y miró la parcela.
–Tu madre... esto-no era nada fácil hablar de eso, tener esa conversación después de tanto tiempo- ... murió dos años después de que te marchases; ...más bien, se dejó morir.
Volvió a mirarle. Sentía que las lágrimas acudían a sus ojos pero se negaba a llorar.
–La incineramos y esparcimos sus cenizas por toda la isla y el mar.
–Alex... vámonos de aquí, por favor.
–Sí... –no entendió muy bien, pero la mirada de ella era suplicante.
Caminaron en silencio y pausadamente. Marta andaba observándolo todo con los ojos abiertos de par en par para no perderse nada, como un niño pequeño que ve el mundo por primera vez.
Pese a que ya lo tenía visto, todo había cambiado, todo había crecido. 

martes, 13 de diciembre de 2011

Espectros de una noche de invierno


La sequía es el fantasma
que me acecha en cada esquina.
Son mis miedos,
los que me acojonan
a cada falta de letras.
El preludio de una etapa
de fracasos sin sentido,
de escasez de noches en vela,
de entradas en blanco
en un blog vacío.
Pero entonces despierto,
y mis manos acarician la pluma
pariendo a golpe de tinta
esbozos de ilusiones
y bocetos de desviaros.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El horizonte del pasado II


Llegaron al puerto y el capitán ordenó desembarcar.
Cogió la pequeña maleta que llevaba, pues no tenía pensado quedarse mucho tiempo, echó un vistazo a su alrededor y atravesó el muelle con rapidez.
Al llegar a la arena paró un momento, se descalzó para sentirla bajo sus pies e inhaló los aromas del puerto mientras escuchaba el graznido de las gaviotas en el cielo. Redes al sol, sal, humedad, el sonido de las olas... llevaba muchos años extrañando todo aquello.

No entendía bien lo que le había empujado a volver; quizás un impulso… simplemente lo siguió a ciegas porque sentía que se lo debía a ella misma.
Subió hasta el camino principal y anduvo sin prisas por los senderos que conducían hasta su casa. Todo había cambiando un poco, pero lo importante seguía allí.
Pudo ver la cerca blanca que tapiaba su casa y el portalón negro que siempre permanecía abierto; respiró profundamente un par de veces y entró con paso decidido. Pero su caminar se fue parando a medida que contemplaba el paraje que la rodeaba: una casa abandonada; donde ella recordaba un frondoso jardín cuidado y lleno de flores sólo había matojos de cardos y hierbajos, enredaderas cubriendo el interior de la tapia y ramas de árboles abriéndose
paso por las ventanas.
Sintió un hueco, un vacio inmenso en el corazón, como si todo lo que recordase sólo fuesen sueños.
Se arrodilló junto al camino de piedras que llevaba a la entrada y empezó a arrancar manojos de hierbas con rabia hasta que le dolieron las manos.

sábado, 10 de diciembre de 2011

El horizonte del pasado I





Cuando el capitán dio el aviso de que ya se avistaba tierra, salió corriendo
de su camarote y subió a cubierta. Apenas una línea en el horizonte.


Estaba sentado en el muelle, oteando las naves que se dibujaban en aquella fina línea que apenas determinaba el fin del mar y el principio del cielo.
Una mujer anciana vestida de negro, con pañuelo de este mismo color en la
cabeza, se acerco a él, apoyada sobre su bastón de madera.
–¿Aún estas aquí? –le dijo la mujer.
Él sonrió ampliamente
–Como cada día.
–Como siempre –gruñó– pierde la esperanza y márchate de una vez.
–No puedo, no sin antes verla.
–¡Márchate! –se fue murmurando y maldiciendo por lo bajo.
Él no borró la sonrisa de su cara y fijó la vista de nuevo en el mar.
«Estoy seguro, hoy es el día.»
...La misma frase de siempre.


Cada vez faltaba menos, podía ver desde la proa una colina con un columpio de dos sogas y un neumático colgado de un árbol mucho más grande de lo que ella recordaba. Aquel lauro, a diferencia de ella, había echado raíces y crecido en aquella isla tan pequeña y tan aislada del mundo. Mil recuerdos le asaltaron por cada rincón de su mente y, pese a todo, la melancolía de su corazón no conseguía arrancarle una lágrima; sus experiencias de la vida la habían forjado un carácter fuerte que la hacía ahogar sus sentimientos.

El viento cálido del mar mecía su pelo y acariciaba su cara, como si quisiera darle la bienvenida a aquel lugar que la vio crecer un tiempo atrás, que guardaba sus recuerdos y su infancia, aquel pequeño islote en medio del mar... su hogar.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Interrogatorio de madrugada

Quien soy yo?
Soy el reflejo
en un espejo roto?
Soy el tipo aquel
que sale en las fotos?
Soy el dueño
de un susurro quedo
que alfombra la madrugada?
Soy el bufón artífice
de la bobada de turno?
Soy el responsable
de cada silencio?
Soy el mensajero
de una caricia
sin nada en el remite?
Soy el mago
que ilusiona con los sueños?
Soy el cobarde
que trafica con sus miedos?
Soy el hombre
que engalana los pesares?
Soy el niño
que aun habita en cada tarde?

Soy cada risa que provoco.
Soy cada sueño que cumplo.
Soy cada palabra que invento.
Soy cada beso que robo.
Soy cada lagrima que derramo.
Soy cada abrazo que regalo.
Soy cada minuto, cada instante
junto la gente que amo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Pánico a las cuatro y veintidós.

De nuevo, sentado en su silla frente a la ventana de su habitación, contemplaba intranquilo el cielo, del mismo gris que los sueños ya pasados. A las cuatro y veintidós minutos de la madrugada solo te despiertan las inquietudes, a las cuatro y veintidós de la madrugada lo único que te hace encenderte un cigarro son las inquietudes, a las cuatro y veintidós de la madrugada lo único que te hace salir de la cama son las inquietudes... las malditas inquietudes.
Mientras se encendía el segundo cigarro, encendido con el ultimo suspiro del anterior, se quedo mirando fijamente la capa oscura que cubría la ciudad; "¿contaminación o nubes?", se pregunto en silencio. Odiaba aquella maldita ciudad... demasiada gente, demasiado ruido, demasiada contaminación; ver una estrella desde su ventana era casi tan imposible como que pudiese volver a llorar. Se revolvió el pelo con enfado y, dejando el cigarro a un lado, cogió una hoja y empezó a escribir, a escribir con rabia palabras aparentemente inconexas, cosas que no tenían sentido, frases sueltas, exclamaciones, interrogaciones, garabatos... todo y nada... ella estaba en cada trazo y a la vez en ninguno, ¿tan fuerte era el subconsciente? Lanzo el lápiz contra la pared y devolvió el cigarro a sus labios para darle otras tantas caladas, había vuelto a fumar compulsivamente, como cada vez que se tambaleaba, como cada vez que el mundo de "no entender nada" le daba la bienvenida. Golpeo la mesa con fuerza repetidas veces y después le dio la última calada al cigarro, abrió la ventana y expulso el humo con fuerza hacia el cielo, "¿qué estoy haciendo? ¿Se supone que así despejare el cielo?", se dejo caer sobre la silla y apoyo la cabeza sobre la mesa, cerrando los ojos con fuerza y deseando con ansiedad recuperar la cordura "¿tan estúpido soy como para perder los nervios de esta manera por ella? ¿y quien es ella? ¡Nadie!" Levanto la cabeza y miro una vez mas al firmamento, se iba a dar la vuelta cuando algo llamo su atención: ¡una estrella!, no era especialmente brillante ni grande, pero ahí estaba, en un pequeño claro de nubes durante menos de seis segundos, había sobrevivido a la contaminación, había lucido para el y lo sabia, era su milagro. Y, sin quererlo, una lagrima se le escapo de los ojos y bajo rodando hasta estrellarse contra el suelo y tras ella fueron muchas mas. Se tumbo boca arriba y, en medio de toda aquella confusión, estallo en una carcajada para luego cubrirse la cara con la almohada. ¿Pero por que lloraba? ¿Por que reía descontroladamente? Ella volvió a asomarse por sus pensamientos y algo empezó a impedirle respirar con facilidad, un nudo en la garganta que empezó a descender hasta la boca del estomago para quedarse ahí instalado el resto de la noche; no podía creer que ella hubiese provocado aquellas cosas, podía contar el numero de veces que se habían visto con los dedos de una mano y aun así allí estaba, creando intranquilidad. Llevaba tanto tiempo sin enamorarse de alguien que ni si quiera podía definir si aquello realmente era "estar enamorado", había creado un sólido muro y dentro de este había metido con calzador todos sus sentimientos... tanto tiempo sin poder soñar, sin llorar ni emocionarse, sin sentir nada que le llevase a poner negro sobre blanco y sin embargo aquella noche había vuelto a escribir y había vuelto a llorar y a reír; su sólido muro a prueba de emociones se había resquebrajado, estaba lleno de grietas y corría el riesgo de volver a ser como antes, como cuando todo valía para defender una causa perdida y ese ideal de "libertad, belleza, verdad y amor" escalaba peligrosamente para volver a instalarse en su brazo como escudo contra la realidad. A ojos de todos había perdido los sentimientos, y era cierto, era el amigo soltero que estaba dándole un respiro a su corazón, que besaba sin sentido y a ciegas a princesas huecas y que era de hielo... pero estaba vacío y lo llevaba en secreto y de pronto todos los sentimientos a flor de piel, todo lo perdido recuperado y todo explotando dentro, bombas destruyendo el muro y caudales por los que fluía la sinrazón para ahogar el perfecto equilibrio. ¿Y por qué ella? ¿Por qué justo ella? ¿Por qué justo ahora? ¿Por qué? ¿Qué tenía? No lo podría decir, no podría describirlo, mas allá de la simple atracción física que le hacia besar sin control labios marchitos había algo, pero es que no podía decirlo; cuando te enamoras, no lo haces de un físico ni de una cualidad concreta, te enamoras de aquello a lo que no se le puede poner nombre, lo que menos explicación tiene y, seguramente, lo que mas loco te puede volver. Y cuando te enamoras te trastornas y todo pierde sentido, un sentido que se torna absurdo y recobra nuevos matices, connotaciones absurdamente alegres y bonitas que te hacen pasearte lejos del suelo y... te vuelven... vulnerable. Ahí estaba, el único sentimiento que podía estropear la euforia del momento: el miedo. Ese miedo que empezaba a reconstruir rápidamente el muro, casi a la desesperada, intentando meter de nuevo los sentimientos desbocados dentro, ese que le había servido de escudo todo este tiempo hasta que ella hizo su aparición en escena, el miedo de terminar con el corazón roto, del rechazo, de una nueva desilusión. ¿Valía la pena dejarse llevar? ¿Valía la pena tener sentimientos a cambio de todo el posible dolor que esto pudiese acarrear? Y como siempre, sin una respuesta.
Abrió la ventana y dejo pasar el frío, el frío siempre le ayudaba a aclararse y siempre estaba  dentro, latente, preparado para protegerle siempre que fuese necesario, pues se había convertido en su compañero durante muchos meses y en el fondo no querían separarse, pero extrañaba tanto el cálido amor...

domingo, 4 de diciembre de 2011

Puñado de "quizases"

Quizás lo mas interesante que dije
fuese un largo silencio.
Quizás mi aparición estelar
fuese una ausencia.
Quizás mi momento de gloria
fuese no hacer nada.
Quizás mi mejor verso
fuese un renglón en blanco.
Quizás mi mejor camino
fuese un sendero desconocido.
Quizás mi mejor regalo
fuese un paquete vacío.
Quizás mi mejor sentimiento
fuese un anhelo.
Quizás toque perderse
en los pasillos de la memoria.
Quizás toque vivir
en el refugio del olvido.
Quizás yo no sea yo.

Quizás todo esto no sea cierto.

martes, 29 de noviembre de 2011

Circo del Fracaso


El payaso cerró el circo.
Se disfrazó de seriedad.
Se apagaron las candilejas.
Perdió la sonrisa
a puñaladas con la realidad.

El domador quemó la jaula.
Se encontró con una bestia
con la que no podía lidiar
del rugido del destino,
no hay cojones de escapar.

El equilibrista corto el trapecio.
Las traiciones apolillaron la red.
La cuerda ya flojea,
las tensiones destensaron el nudo.
Se perdió todo, hasta la fe.

El mago perdió el sombrero.
Se canso de ilusionar.
El conejo cayó muerto.
Demasiados viejos trucos,
y pocas cartas por quemar.

El malabarista vendó sus manos.
Jugo con quien no debía.
Puñales demasiado afilados,
pelotas que un supo atrapar.
“El más difícil todavía”,
que nunca llegará.



Todo depende de la perspectiva.

Sentada en este rincón de esta cafetería que sabes que tanto me gusta; desde aquella posición veo todo, a todos y no soy vista por muchos, un punto estratégico donde cada martes tomo un Moca Blanco de tamaño mediano mientras estudio los manuales de alguna carrera que me tiene a veces desesperada. Entre resumen y resumen me deslizo por la vida de los que toman asiento dentro de mi campo de visión, me acomodo en el sofá con las piernas colgando de uno de los reposabrazos e imagino las vidas de esos otros que comparten conmingo un café de manera anónima. Eso me encanta, inventarme la vida de esos extraños, esas personas que viven sus vidas ajenos a mi presencia, para ellos solo seré un espectro más, quizas, si se da alguna mirada, seré esa chica que se sentaba en la esquina mas oculta de aquel café, pero nunca seré una amiga, ni una pareja, ni una persona a la que odiar, ni si quiera una conocida que se cruce en su camino por error.
Lo que puedo ver hoy es poco interesante.
Un grupo de chicas riendo mientras toman smoothies de chocolate, fresa y plátano, seguramente están hablando de lo que hicieron el fin de semana y la de las gafas de pasta y flequillo extraño, la única que bebe té, habrá contado alguna anécdota de algún club fashion del centro; hay una de ellas que no encaja, se le ve en la cara, está aquí por algún compromiso, alguna razón que solo ella sabe, pero sus manos destrozando las servilletas y sus múltiples miradas al exterior a través de la cristalera gritan en silencio que quiere salir corriendo.
Hay un hombre, debe contar unos cuarenta veranos (pero no me hagas mucho caso, ya sabes que yo con esto de adivinar las edades soy muy mala), es mi favorito del día. Está sentado frente a una mesita redonda, un poco alejado de la zona de sofás y, al igual que yo, escruta con la mirada a los asistentes de este lugar en esta gris tarde de noviembre de un café cualquiera de una ciudad triste; lo que nos diferencia es que él toma notas, apunta con esmero cada detalle de cada individuo que fija como objetivo, ¿es un escritor frustrado, sabes? a primera vista no podría decirse eso porque lleva un carísimo traje hecho a medida y junto a sus pies reposa un maletín de cuero negro de diseñador, pero en realidad lo es; trabaja como directivo en una importantísima empresa, pero de vez en cuando se deja caer por este café y plasma una y otra vez lo que le atrae de cada uno de nosotros, nosotros que andamos siempre con prisas, porque algun dia simplemente desaparecerá sin decir nada, se irá a vivir su propia vida y con él se llevará todos los recuerdos de aquellos rostros que nunca interfirieron en sus ansias de felicidad. Me mira de vez en cuando y en seguida deja caer su Mont Blanc sobre la libreta, no puedo evitar preguntarme qué estará poniendo, qué es lo que le pasa por la cabeza; luego bebe un trago de su café americano con dos cucharadas de azúcar y algunas gotas de whiky (espero que esté bebiendo eso, porque sino me decepcionaría), se mesa la incipiente perilla perfectamente recortada donde empiezan a asomar las primeras canas, me mira de nuevo y vuelve a escribir. Es tan misterioso que me apena no tener el valor suficiente como para levantarme, recorrer los doce o catorce pasos que nos separan y preguntarle sobre lo que está escribiendo... pero ahí está la magia de todo este asunto, que cuando llegue la hora de volver a nuestros respectivos guions de vida solo seremos "ese escritor frustrado" y "esa chica de la esquina".
Para terminar, déjame hablarte de un último personaje en este ex-cursus de noviembre, la chica de la esquina. No sabría muy bien cómo presentarla, pero creo que no hace falta, se describe sola; bebe café en una postura relativamente cómoda mientras los apuntes pueblan la mesa que tiene frente a ella, no es de esas que llame la atención, ni si quiera lo pretende, lleva el pelo recogido en un moño atravesado con un lápiz, ni se ha molestado en maquillarse y sus vaqueros rotos dicen "me da igua la moda y me da igual no estar siempre prefercta", garabatea en las esquinas de los libros el recuerdo de alguien que ya no está y mira a todo el mundo con curiosidad. Da igual su nombre y su edad, en este momento lo unico que importa son los sueños, y ella sueña con ser artista, quiere ser una gran fotógrafa o quizas una escultora rompedora, duerme menos de cinco horas diarias y ha vuelto a fumar compulsivamente, a veces es algo borde y fria, eso quiere aparentar, pero la verdad es que está muerta de miedo ¿por qué? ni ella lo sabe. Pero esto es todo lo que te puedo decir, aunque somos la misma persona no la conozco, esa chica que se sienta en aquel rincón los martes por la tarde y bebe Moca Blanco es una verdadera desconocida para mi; lo único que se es que te enamorarías de ella si la conocieses, amigo mio.

martes, 22 de noviembre de 2011

7300

Mis ojos han visto 7300 amaneceres... mis ojos... han sido testigos de una vida “a toro pasado”, nadando a contracorriente y con “la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos”. Los momentos malos se cuentan por cientos, y los buenos, huidizos, se esconden por los rincones de una memoria cascada base de desconciertos. 7300 amaneceres que han sufrido mis huesos... el paso de las horas deja mella en mi cuerpo, a veces cansado por los muchos pesares que se cargan en mi espalda. 7300 noches mi han visto soñar, reír, reflexionar, hacerme un poco mas yo. 7300 mañanas que me vieron fracasar. Para cagarla por lo visto, hace falta madrugar. Pasan los días y toca hacer balance. ¿viví como debería vivir? ¿ reí todo lo que debería reír? ¿ ame todo lo que debía amar? Estas lineas son el resumen del espejismo de mi corta existencia, quizá forman parte de las ultimas gotas ve la vanidad o el egocentrismo que me corra por las venas. Quizás sea el registro de lo que he sido, o el anuncio de lo que seré. Dicho esto desconecto el pensamiento. El 7301 esta por venir, y eso... eso sera otra historia por contar.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Durmiendo con mi enemigo

A veces, a veces necesito una canción ajena para devolverme al mundo. Cinco minutos de paz. Ese puntito reflexivo que me cierra el día. Un último impulso para recoger las miserias que tiro en el camino. De noche, cuando miro atrás, y lo que veo no me gusta, un segundo de “ruido”, un acorde, una voz... me deja suspendido en un espacio infinito, en mi pequeño remanso de paz. Y quizás por primera vez en veinticuatro horas sea realmente libre. Cinco minutos. Un puñado de segundos. El susurro quedo de una guitarra anuncia el final. El fin de la tregua, volvemos a las armas. Al combate contra mi propia sombra. A despreciar el reflejo en el espejo de cada mañana. A lidiar con mi locura.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Noviembre

Noviembre duro
repleto de frío viento e incertidumbre.
Noviembre de ostias
en un rostro curtido a decepciones.
Noviembre desnudo,
tosco y simple, como siempre.

Noviembre a quemarropa,
sin paliativos ni dulzuras.
Noviembre a bocajarro
cargado de balas de melancolía.
Noviembre que me vio
vivir, fracasar, y renacer.

Noviembre son los rostros
que me quedan por mirar.
Noviembre son los recuerdos
que me quedan por llenar.
Noviembre son los desvaríos
que me quedan por contar.
Noviembre es quien quiero,
quien me apoya y quien me guarda.

Noviembre me recuerda quien fui.
Noviembre me recuerda quien soy.
Noviembre me recuerda lo que debo ser.
Noviembre es mi vida.
Noviembre soy yo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Trazos desdibujados

La sequía es el fantasma
que me acecha en cada esquina.
Son mis miedos,
los que me acojonan
a cada falta de letras.
El preludio de una etapa
de fracasos sin sentido,
de escasez de noches en vela,
de entradas en blanco
en un blog vacío.
Pero entonces despierto,
y mis manos acarician la pluma
pariendo a golpe de tinta
esbozos de ilusiones
y bocetos de desviaros.

martes, 8 de noviembre de 2011

Pulsaciones a golpe de metronomo.

Trepan las hiedras venenosas y abrazan las enredaderas mi pecho, matando cada suspiro, parando los latidos del corazon. Caen lentamente las hojas en un hipnotizante rodar. Se duerme la corriente de mis rios y el agil movimiento se ha cansado. Y asi expira el alma... y asi muere el amor.

Un vistazo hacia el pasado

Hoy estoy solo,
vagabundo entre multitudes,
buscando un triste reflejo,
en el el fondo de mi vaso.
Y de mi ronco corazón
mi dolor dejara de ser dolor
para desaparecer,
convertido en canción.
Canción de versos rotos.
Canción a voz desnuda,
de palabras absurdas
de emociones vacías.
Tan solo una nota
llena de extrañas esperanzas,
de la ilusión de un pobre idiota.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Puñado de "jamases"

Jamas diré
que soy poeta.
Jamas cuidaré
rima ni métrica.
Jamas me preocuparé
de si lo que digo escuece.
Jamas me fijaré
en embellecer el lenguaje.
Jamas me obsesionaré
si no escribo.
Jamas me forzaré
a escribir sinsentidos.
Jamas daré importancia
a criticas vacías.
Jamas le pondré
barreras ni tabas
a mis pensamientos.
Y a quien no le guste,
que no lea.

viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Mi duende donde esta?

Mi afilada lengua esta roma, no quiere hablar, se ha declarado en huelga. Las palabras que antes bullian en mi cabeza y empujaban a mi corazon para que las dejase salir se han esfumado. Como una rosa marchita mueren en el interior sin dejarse ver, no quieren saber de nada ni de nadie, se esconden del fracaso y temen ser descubiertas en sus mas intimos momentos. Mi duende, ese que una vez alguien me dijo que tenia, ha decidido tomarse unas vacaciones... quizas... quizas... quizas fue un sueño ilusorio, quizas el nunca estuvo realmente, quizas solo quise mentirme diciendo que podia hacerlo, que podia conseguirlo, que podria jugar con las palabras y hacerlas bailar al son de mi pluma magica... o quizas... no, no quiero otro quizas, no se puede vivir de quizas, los "quizas..." te hacen infeliz y consiguen que dudes de todo. Pero ¿donde estan? ¿el que? mis ilusiones, mis ganas de comerme el mundo, mi fuerza, mi chispa, eso que me hacia ser yo misma, lo que me empujaba muchas noches a dejar mi comfortable cama para plasmar una idea que me parecia tan grande... grandes ideas que ahora son tan pequeñas e insignificantes, ideas que nunca ven su final, que se quedan en el aire, que no llegan a nada... y es que el soplo de ese escurridizo duende no era para mi, ahora lo se. Pero tenia tantas ganas de que algun dia una cara ilusionada llamase a mi puerta para pedirme una firma en un ejemplar encontrado en una polvorienta tienda de libros de segunda mano, ¿cuanto puede ocupar la ilusion? ¿0,002 gramos de tinta? ¿1,5 centimetros de papel? Yo solo pedia eso, poder gastar esa tinta y ese papel algun dia, pero cuando la realidad te sacude con tanta fuerza, papel y tinta se vuelven tan inalcanzables como poder rozar el sol con las yemas de los dedos. Duende... duende... maldito duende que no me dejas hacer el amor con las palabras.

Abriendo el sendero

Cuando los restos de poemas
abortados e inútiles,
excrementos en papel
de mi pensamiento absurdo,
alfombran mi habitación,
me tumbo a contemplar
los pasos que he dado,
los fracasos teñidos de alegrías,
los manojos de putadas,
los afortunados errores,
las casualidades predecibles,
las piedras que acomodan el camino,
los consejos a traición,
la rabia y la rebeldía,
los miedos y las derrotas,
mi jodida felicidad.

martes, 1 de noviembre de 2011

Elegía a un verso marchito

Cementerio de letras olvidadas
y palabras vanas,
tumbas llenas de versos vacíos,
de tinta derramada
que se mezcla con el fango.
Epitafio de un pensamiento desolado.
Decálogo de una obra inconclusa.
Muy pocos granos
en un desgastado reloj de arena.
Puede parecer que me he abandonado
al pesar y a la tristeza.
Puede parecer que me he sumido
en versos apagados.
Puede parecer
lo que quieras que parezca.
Pero a veces,
¿las apariencias no engañan?¿

domingo, 30 de octubre de 2011

tiempo

El tiempo, es la cuerda que nos ata en corto,
la que nos agita y nos arrastra,
la que nos une a recuerdos dispersos.

El tiempo es el látigo que apremia,
el que nos limita los susurros,
las caricias, las risas,
emplomando cada instante
para bien o para mal.

“El tiempo es un chivato cabrón 
que nos pone en nuestro sitio”,
siempre acusando y acechando,
diluyendo las verdades,
afianzando las mentiras.

Mi tiempo es mío
y lo jodo como quiero,
mi propia sucesión de fracasos
mi patético encadenamiento de segundos
mi tumulto de instantes desbocados.
Pero soy feliz al fin y al cabo.

jueves, 27 de octubre de 2011

La traicion de las Musas

Y las musas?
Las musas jodiendo con los demás,
como siempre.
Y mientras mi garganta seca,
implora versos,
como las raíces
que se retuercen
en busca de agua.

Vivo sumido
en un remanso de paz,
en el que emerge mi Calvario.
Mi propio oasis
de realidad insulsa.
Mi falta de creatividad.
Mi pluma sin tinta.
La desesperación
del folio en blanco.

El borde de la pluma
parece cada vez
mas afilado e hiriente,
cercenado cada intento de verso
que eyacula mi mente.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Vagabundo


De madrugada y como siempre,
vienen a visitarme mis fantasmas.
Las paginas en blanco,
los putos quehaceres.
La pluma sin tinta,
despedidas en andenes
que no llevan a ninguna parte.

Suena de fondo un acorde,
que me transporta a mi realidad,
a los minutos que se descuelgan
de un viejo reloj parado,
a una melancolía inútil
que no lleva a ninguna parte,
tan solo al inútil regocijo
de la autocompasión de un loco.

Seria bonito decir eso de
“quería escribir la canción
mas hermosa del mundo”,
pero me doy cuenta
de que mas que Sabina,
soy un absurdo vagabundo.
Pero aun así, no reniego,
soy así y así seré.

martes, 25 de octubre de 2011

Reflejos en los charcos.

Me miro al espejo y veo muchas cosas, muchas posibles formas de una misma persona. Me veo como soy. Una chica. No demasiado bajita, pero no lo suficientemente alta, no tan delgada como le gustaria, con una sonrisa torcida en unos labios no del todo mal... unos ojos marrones y de expresion triste, un pelo raro que no quiere estar en su sitio... Pero veo algo mas que solo eso. Puedo ver a la chica que a veces se cansa de seguir, alguien que intenta a la desesperada ser feliz, a esa necia confiada que busca y no encuentra; la persona, ante todo persona, que llora cuando duele y que rie si quiere; a la niña pequeña que aun hay en mi y a la mujer que esta por venir. Veo a la hermana pequeña que admira a su hermano mayor, a la hija que intenta hacerlo bien aunque no lo consiga, a la mujer que siente, a la amiga a veces decepcionada que se pegunta ¿por que?, a la alumna que suspende y que no le gusta estudiar, a la chavala que le gusta disfrutar de cada momento en compañia de la musica, que esta descubriendo gente nueva, que esta empezando a disfrutar de lo bueno de la vida, a la borde que es a veces insoportable pero que intenta ser comprendida, a la estupida patosa metepatas, a la soñadora enamorada de sus sueños, a la loca que no sabe de nada,a la que intenta ponerle al mal tiempo buena cara, a la que intenta olvidar los malos momentos para que todos sus recuerdos le dejen buen sabor de boca, a la rara que se siente orgullosa de serlo... Pero, ante todo, la veo a ella misma, a ella que se mira en el espejo una y otra vez y se plantea esta serie de cosas. Solo existe un problema... ¿En qué espejo me ven los demas?

¿ser?


Puede que mi verbo sea incorrecto,
que mis palabras sean toscas,
que mi estilo sea basto e insulso,
que mi expresión sea brusca e hiriente,
que carezca de florituras y artificios.
¿pero qué queréis?
Si me desangro en cada letra.
Cada palabra es un pequeño retrato
de mi espíritu demente,
de mi pequeño ser rebelde.
Lo que escribo es lo que soy,
y lo que soy...
¿qué se yo lo que soy?  

lunes, 24 de octubre de 2011

Pequeña declaración de intenciones

No voy a ser menos yo
por que otros lo intenten.
No voy a cambiar de opinión
ni voy a agachar la frente.
No voy a dejar de gritar
ni aunque por ello reviente.
No voy a valorar las criticas
ni a dejar que me atormenten.
No voy a dejar de reír
ni a parecer un demente.
No dejare de ayudar
me cueste lo que me cueste.
No dejare de ser como soy
le pese a quien le pese.

Arrancamos

Cadillac solitario. Quienes lo sabemos no necesitamos palabras, basta la música.

Bienvenidos