El payaso cerró el circo.
Se disfrazó de seriedad.
Se apagaron las candilejas.
Perdió la sonrisa
a puñaladas con la realidad.
El domador quemó la jaula.
Se encontró con una bestia
con la que no podía lidiar
del rugido del destino,
no hay cojones de escapar.
El equilibrista corto el trapecio.
Las traiciones apolillaron la red.
La cuerda ya flojea,
las tensiones destensaron el nudo.
Se perdió todo, hasta la fe.
El mago perdió el sombrero.
Se canso de ilusionar.
El conejo cayó muerto.
Demasiados viejos trucos,
y pocas cartas por quemar.
El malabarista vendó sus manos.
Jugo con quien no debía.
Puñales demasiado afilados,
pelotas que un supo atrapar.
“El más difícil todavía”,
que nunca llegará.
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