martes, 29 de noviembre de 2011

Circo del Fracaso


El payaso cerró el circo.
Se disfrazó de seriedad.
Se apagaron las candilejas.
Perdió la sonrisa
a puñaladas con la realidad.

El domador quemó la jaula.
Se encontró con una bestia
con la que no podía lidiar
del rugido del destino,
no hay cojones de escapar.

El equilibrista corto el trapecio.
Las traiciones apolillaron la red.
La cuerda ya flojea,
las tensiones destensaron el nudo.
Se perdió todo, hasta la fe.

El mago perdió el sombrero.
Se canso de ilusionar.
El conejo cayó muerto.
Demasiados viejos trucos,
y pocas cartas por quemar.

El malabarista vendó sus manos.
Jugo con quien no debía.
Puñales demasiado afilados,
pelotas que un supo atrapar.
“El más difícil todavía”,
que nunca llegará.



Todo depende de la perspectiva.

Sentada en este rincón de esta cafetería que sabes que tanto me gusta; desde aquella posición veo todo, a todos y no soy vista por muchos, un punto estratégico donde cada martes tomo un Moca Blanco de tamaño mediano mientras estudio los manuales de alguna carrera que me tiene a veces desesperada. Entre resumen y resumen me deslizo por la vida de los que toman asiento dentro de mi campo de visión, me acomodo en el sofá con las piernas colgando de uno de los reposabrazos e imagino las vidas de esos otros que comparten conmingo un café de manera anónima. Eso me encanta, inventarme la vida de esos extraños, esas personas que viven sus vidas ajenos a mi presencia, para ellos solo seré un espectro más, quizas, si se da alguna mirada, seré esa chica que se sentaba en la esquina mas oculta de aquel café, pero nunca seré una amiga, ni una pareja, ni una persona a la que odiar, ni si quiera una conocida que se cruce en su camino por error.
Lo que puedo ver hoy es poco interesante.
Un grupo de chicas riendo mientras toman smoothies de chocolate, fresa y plátano, seguramente están hablando de lo que hicieron el fin de semana y la de las gafas de pasta y flequillo extraño, la única que bebe té, habrá contado alguna anécdota de algún club fashion del centro; hay una de ellas que no encaja, se le ve en la cara, está aquí por algún compromiso, alguna razón que solo ella sabe, pero sus manos destrozando las servilletas y sus múltiples miradas al exterior a través de la cristalera gritan en silencio que quiere salir corriendo.
Hay un hombre, debe contar unos cuarenta veranos (pero no me hagas mucho caso, ya sabes que yo con esto de adivinar las edades soy muy mala), es mi favorito del día. Está sentado frente a una mesita redonda, un poco alejado de la zona de sofás y, al igual que yo, escruta con la mirada a los asistentes de este lugar en esta gris tarde de noviembre de un café cualquiera de una ciudad triste; lo que nos diferencia es que él toma notas, apunta con esmero cada detalle de cada individuo que fija como objetivo, ¿es un escritor frustrado, sabes? a primera vista no podría decirse eso porque lleva un carísimo traje hecho a medida y junto a sus pies reposa un maletín de cuero negro de diseñador, pero en realidad lo es; trabaja como directivo en una importantísima empresa, pero de vez en cuando se deja caer por este café y plasma una y otra vez lo que le atrae de cada uno de nosotros, nosotros que andamos siempre con prisas, porque algun dia simplemente desaparecerá sin decir nada, se irá a vivir su propia vida y con él se llevará todos los recuerdos de aquellos rostros que nunca interfirieron en sus ansias de felicidad. Me mira de vez en cuando y en seguida deja caer su Mont Blanc sobre la libreta, no puedo evitar preguntarme qué estará poniendo, qué es lo que le pasa por la cabeza; luego bebe un trago de su café americano con dos cucharadas de azúcar y algunas gotas de whiky (espero que esté bebiendo eso, porque sino me decepcionaría), se mesa la incipiente perilla perfectamente recortada donde empiezan a asomar las primeras canas, me mira de nuevo y vuelve a escribir. Es tan misterioso que me apena no tener el valor suficiente como para levantarme, recorrer los doce o catorce pasos que nos separan y preguntarle sobre lo que está escribiendo... pero ahí está la magia de todo este asunto, que cuando llegue la hora de volver a nuestros respectivos guions de vida solo seremos "ese escritor frustrado" y "esa chica de la esquina".
Para terminar, déjame hablarte de un último personaje en este ex-cursus de noviembre, la chica de la esquina. No sabría muy bien cómo presentarla, pero creo que no hace falta, se describe sola; bebe café en una postura relativamente cómoda mientras los apuntes pueblan la mesa que tiene frente a ella, no es de esas que llame la atención, ni si quiera lo pretende, lleva el pelo recogido en un moño atravesado con un lápiz, ni se ha molestado en maquillarse y sus vaqueros rotos dicen "me da igua la moda y me da igual no estar siempre prefercta", garabatea en las esquinas de los libros el recuerdo de alguien que ya no está y mira a todo el mundo con curiosidad. Da igual su nombre y su edad, en este momento lo unico que importa son los sueños, y ella sueña con ser artista, quiere ser una gran fotógrafa o quizas una escultora rompedora, duerme menos de cinco horas diarias y ha vuelto a fumar compulsivamente, a veces es algo borde y fria, eso quiere aparentar, pero la verdad es que está muerta de miedo ¿por qué? ni ella lo sabe. Pero esto es todo lo que te puedo decir, aunque somos la misma persona no la conozco, esa chica que se sienta en aquel rincón los martes por la tarde y bebe Moca Blanco es una verdadera desconocida para mi; lo único que se es que te enamorarías de ella si la conocieses, amigo mio.

martes, 22 de noviembre de 2011

7300

Mis ojos han visto 7300 amaneceres... mis ojos... han sido testigos de una vida “a toro pasado”, nadando a contracorriente y con “la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos”. Los momentos malos se cuentan por cientos, y los buenos, huidizos, se esconden por los rincones de una memoria cascada base de desconciertos. 7300 amaneceres que han sufrido mis huesos... el paso de las horas deja mella en mi cuerpo, a veces cansado por los muchos pesares que se cargan en mi espalda. 7300 noches mi han visto soñar, reír, reflexionar, hacerme un poco mas yo. 7300 mañanas que me vieron fracasar. Para cagarla por lo visto, hace falta madrugar. Pasan los días y toca hacer balance. ¿viví como debería vivir? ¿ reí todo lo que debería reír? ¿ ame todo lo que debía amar? Estas lineas son el resumen del espejismo de mi corta existencia, quizá forman parte de las ultimas gotas ve la vanidad o el egocentrismo que me corra por las venas. Quizás sea el registro de lo que he sido, o el anuncio de lo que seré. Dicho esto desconecto el pensamiento. El 7301 esta por venir, y eso... eso sera otra historia por contar.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Durmiendo con mi enemigo

A veces, a veces necesito una canción ajena para devolverme al mundo. Cinco minutos de paz. Ese puntito reflexivo que me cierra el día. Un último impulso para recoger las miserias que tiro en el camino. De noche, cuando miro atrás, y lo que veo no me gusta, un segundo de “ruido”, un acorde, una voz... me deja suspendido en un espacio infinito, en mi pequeño remanso de paz. Y quizás por primera vez en veinticuatro horas sea realmente libre. Cinco minutos. Un puñado de segundos. El susurro quedo de una guitarra anuncia el final. El fin de la tregua, volvemos a las armas. Al combate contra mi propia sombra. A despreciar el reflejo en el espejo de cada mañana. A lidiar con mi locura.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Noviembre

Noviembre duro
repleto de frío viento e incertidumbre.
Noviembre de ostias
en un rostro curtido a decepciones.
Noviembre desnudo,
tosco y simple, como siempre.

Noviembre a quemarropa,
sin paliativos ni dulzuras.
Noviembre a bocajarro
cargado de balas de melancolía.
Noviembre que me vio
vivir, fracasar, y renacer.

Noviembre son los rostros
que me quedan por mirar.
Noviembre son los recuerdos
que me quedan por llenar.
Noviembre son los desvaríos
que me quedan por contar.
Noviembre es quien quiero,
quien me apoya y quien me guarda.

Noviembre me recuerda quien fui.
Noviembre me recuerda quien soy.
Noviembre me recuerda lo que debo ser.
Noviembre es mi vida.
Noviembre soy yo.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Trazos desdibujados

La sequía es el fantasma
que me acecha en cada esquina.
Son mis miedos,
los que me acojonan
a cada falta de letras.
El preludio de una etapa
de fracasos sin sentido,
de escasez de noches en vela,
de entradas en blanco
en un blog vacío.
Pero entonces despierto,
y mis manos acarician la pluma
pariendo a golpe de tinta
esbozos de ilusiones
y bocetos de desviaros.

martes, 8 de noviembre de 2011

Pulsaciones a golpe de metronomo.

Trepan las hiedras venenosas y abrazan las enredaderas mi pecho, matando cada suspiro, parando los latidos del corazon. Caen lentamente las hojas en un hipnotizante rodar. Se duerme la corriente de mis rios y el agil movimiento se ha cansado. Y asi expira el alma... y asi muere el amor.

Un vistazo hacia el pasado

Hoy estoy solo,
vagabundo entre multitudes,
buscando un triste reflejo,
en el el fondo de mi vaso.
Y de mi ronco corazón
mi dolor dejara de ser dolor
para desaparecer,
convertido en canción.
Canción de versos rotos.
Canción a voz desnuda,
de palabras absurdas
de emociones vacías.
Tan solo una nota
llena de extrañas esperanzas,
de la ilusión de un pobre idiota.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Puñado de "jamases"

Jamas diré
que soy poeta.
Jamas cuidaré
rima ni métrica.
Jamas me preocuparé
de si lo que digo escuece.
Jamas me fijaré
en embellecer el lenguaje.
Jamas me obsesionaré
si no escribo.
Jamas me forzaré
a escribir sinsentidos.
Jamas daré importancia
a criticas vacías.
Jamas le pondré
barreras ni tabas
a mis pensamientos.
Y a quien no le guste,
que no lea.

viernes, 4 de noviembre de 2011

¿Mi duende donde esta?

Mi afilada lengua esta roma, no quiere hablar, se ha declarado en huelga. Las palabras que antes bullian en mi cabeza y empujaban a mi corazon para que las dejase salir se han esfumado. Como una rosa marchita mueren en el interior sin dejarse ver, no quieren saber de nada ni de nadie, se esconden del fracaso y temen ser descubiertas en sus mas intimos momentos. Mi duende, ese que una vez alguien me dijo que tenia, ha decidido tomarse unas vacaciones... quizas... quizas... quizas fue un sueño ilusorio, quizas el nunca estuvo realmente, quizas solo quise mentirme diciendo que podia hacerlo, que podia conseguirlo, que podria jugar con las palabras y hacerlas bailar al son de mi pluma magica... o quizas... no, no quiero otro quizas, no se puede vivir de quizas, los "quizas..." te hacen infeliz y consiguen que dudes de todo. Pero ¿donde estan? ¿el que? mis ilusiones, mis ganas de comerme el mundo, mi fuerza, mi chispa, eso que me hacia ser yo misma, lo que me empujaba muchas noches a dejar mi comfortable cama para plasmar una idea que me parecia tan grande... grandes ideas que ahora son tan pequeñas e insignificantes, ideas que nunca ven su final, que se quedan en el aire, que no llegan a nada... y es que el soplo de ese escurridizo duende no era para mi, ahora lo se. Pero tenia tantas ganas de que algun dia una cara ilusionada llamase a mi puerta para pedirme una firma en un ejemplar encontrado en una polvorienta tienda de libros de segunda mano, ¿cuanto puede ocupar la ilusion? ¿0,002 gramos de tinta? ¿1,5 centimetros de papel? Yo solo pedia eso, poder gastar esa tinta y ese papel algun dia, pero cuando la realidad te sacude con tanta fuerza, papel y tinta se vuelven tan inalcanzables como poder rozar el sol con las yemas de los dedos. Duende... duende... maldito duende que no me dejas hacer el amor con las palabras.

Abriendo el sendero

Cuando los restos de poemas
abortados e inútiles,
excrementos en papel
de mi pensamiento absurdo,
alfombran mi habitación,
me tumbo a contemplar
los pasos que he dado,
los fracasos teñidos de alegrías,
los manojos de putadas,
los afortunados errores,
las casualidades predecibles,
las piedras que acomodan el camino,
los consejos a traición,
la rabia y la rebeldía,
los miedos y las derrotas,
mi jodida felicidad.

martes, 1 de noviembre de 2011

Elegía a un verso marchito

Cementerio de letras olvidadas
y palabras vanas,
tumbas llenas de versos vacíos,
de tinta derramada
que se mezcla con el fango.
Epitafio de un pensamiento desolado.
Decálogo de una obra inconclusa.
Muy pocos granos
en un desgastado reloj de arena.
Puede parecer que me he abandonado
al pesar y a la tristeza.
Puede parecer que me he sumido
en versos apagados.
Puede parecer
lo que quieras que parezca.
Pero a veces,
¿las apariencias no engañan?¿