Sentada en este rincón de esta cafetería que sabes que tanto me gusta; desde aquella posición veo todo, a todos y no soy vista por muchos, un punto estratégico donde cada martes tomo un Moca Blanco de tamaño mediano mientras estudio los manuales de alguna carrera que me tiene a veces desesperada. Entre resumen y resumen me deslizo por la vida de los que toman asiento dentro de mi campo de visión, me acomodo en el sofá con las piernas colgando de uno de los reposabrazos e imagino las vidas de esos otros que comparten conmingo un café de manera anónima. Eso me encanta, inventarme la vida de esos extraños, esas personas que viven sus vidas ajenos a mi presencia, para ellos solo seré un espectro más, quizas, si se da alguna mirada, seré esa chica que se sentaba en la esquina mas oculta de aquel café, pero nunca seré una amiga, ni una pareja, ni una persona a la que odiar, ni si quiera una conocida que se cruce en su camino por error.
Lo que puedo ver hoy es poco interesante.
Un grupo de chicas riendo mientras toman smoothies de chocolate, fresa y plátano, seguramente están hablando de lo que hicieron el fin de semana y la de las gafas de pasta y flequillo extraño, la única que bebe té, habrá contado alguna anécdota de algún club fashion del centro; hay una de ellas que no encaja, se le ve en la cara, está aquí por algún compromiso, alguna razón que solo ella sabe, pero sus manos destrozando las servilletas y sus múltiples miradas al exterior a través de la cristalera gritan en silencio que quiere salir corriendo.
Hay un hombre, debe contar unos cuarenta veranos (pero no me hagas mucho caso, ya sabes que yo con esto de adivinar las edades soy muy mala), es mi favorito del día. Está sentado frente a una mesita redonda, un poco alejado de la zona de sofás y, al igual que yo, escruta con la mirada a los asistentes de este lugar en esta gris tarde de noviembre de un café cualquiera de una ciudad triste; lo que nos diferencia es que él toma notas, apunta con esmero cada detalle de cada individuo que fija como objetivo, ¿es un escritor frustrado, sabes? a primera vista no podría decirse eso porque lleva un carísimo traje hecho a medida y junto a sus pies reposa un maletín de cuero negro de diseñador, pero en realidad lo es; trabaja como directivo en una importantísima empresa, pero de vez en cuando se deja caer por este café y plasma una y otra vez lo que le atrae de cada uno de nosotros, nosotros que andamos siempre con prisas, porque algun dia simplemente desaparecerá sin decir nada, se irá a vivir su propia vida y con él se llevará todos los recuerdos de aquellos rostros que nunca interfirieron en sus ansias de felicidad. Me mira de vez en cuando y en seguida deja caer su Mont Blanc sobre la libreta, no puedo evitar preguntarme qué estará poniendo, qué es lo que le pasa por la cabeza; luego bebe un trago de su café americano con dos cucharadas de azúcar y algunas gotas de whiky (espero que esté bebiendo eso, porque sino me decepcionaría), se mesa la incipiente perilla perfectamente recortada donde empiezan a asomar las primeras canas, me mira de nuevo y vuelve a escribir. Es tan misterioso que me apena no tener el valor suficiente como para levantarme, recorrer los doce o catorce pasos que nos separan y preguntarle sobre lo que está escribiendo... pero ahí está la magia de todo este asunto, que cuando llegue la hora de volver a nuestros respectivos guions de vida solo seremos "ese escritor frustrado" y "esa chica de la esquina".
Para terminar, déjame hablarte de un último personaje en este ex-cursus de noviembre, la chica de la esquina. No sabría muy bien cómo presentarla, pero creo que no hace falta, se describe sola; bebe café en una postura relativamente cómoda mientras los apuntes pueblan la mesa que tiene frente a ella, no es de esas que llame la atención, ni si quiera lo pretende, lleva el pelo recogido en un moño atravesado con un lápiz, ni se ha molestado en maquillarse y sus vaqueros rotos dicen "me da igua la moda y me da igual no estar siempre prefercta", garabatea en las esquinas de los libros el recuerdo de alguien que ya no está y mira a todo el mundo con curiosidad. Da igual su nombre y su edad, en este momento lo unico que importa son los sueños, y ella sueña con ser artista, quiere ser una gran fotógrafa o quizas una escultora rompedora, duerme menos de cinco horas diarias y ha vuelto a fumar compulsivamente, a veces es algo borde y fria, eso quiere aparentar, pero la verdad es que está muerta de miedo ¿por qué? ni ella lo sabe. Pero esto es todo lo que te puedo decir, aunque somos la misma persona no la conozco, esa chica que se sienta en aquel rincón los martes por la tarde y bebe Moca Blanco es una verdadera desconocida para mi; lo único que se es que te enamorarías de ella si la conocieses, amigo mio.