martes, 7 de febrero de 2012

La muerte de la imaginación II

Se trasladaron a la línea espacio-temporal, aunque unos ojos humanos nunca serían capaces de apreciarla en su totalidad, era como un tubo alargado formado por tiras ondulantes entrecruzadas de todos los colores que se muestran en el espectro del arco iris, con un diámetro muy ancho y un alejado final. Una vez dentro, los pensamientos de ambas se intercambiaban y entrelazaban con fluidez.
Vida, ¿Por qué esto que les pasa a los otros no nos afecta ni a ti ni a mi?
Si que nos afecta, pero en menor medida.
A ti no te puede afectar esto, tú...
Espera y verás. -cortó a su compañera-. Ya hemos llegado.
¿Qué es esto? No hay nada...
Exacto, Esperanza, esto en lo que estamos y no estamos es la nada, lo que había antes que nosotros y antes que todo. Lo que habrá cuando todos nos hayamos ido.
No me gusta, es muy fría.
Es igual que el lugar donde estábamos.
No, allí estamos nosotros, es como el hogar al que siempre vuelves en algún momento.
Si tú lo dices... Anda, pon atención a lo que hay justo enfrente ¿Notas aquel punto de luz a lo lejos?
Sí.
Bien. Mira lo que va a pasar en unos instantes.
Allí no había tiempo, de modo que "un instante" podía haber sido un segundo o una vida entera. De cualquier modo, aquella medida no les afectaba.
De pronto, el puntito de luz explosionó, lanzando en todas direcciones trocitos y trazos de materia a gran velocidad que dejaban tras de sí estelas de luz como estrellas fugaces.
¡Ya sé lo que es esto! ¡Es el principio del principio!
Exacto. 
Es tan hermoso.
Esto es un regalo para lo que nos espera, quédate con esto cuando sientas que la tristeza se acerca... porque lo hará, intentará unirse a ti, Esperanza, pero debes ser fuerte; no te habría traído a este viaje si no supiese que puedes afrontarlo... Pero debemos continuar, el viaje es largo y el tiempo apremia.
Está bien.
Antes de volver a la línea de espacio-tiempo absorbió y guardó el momento en su ser, haciéndose más grande: aquella extensión oscura salpicada de puntos de luz continua o parpadeante allá donde mirase. Sabía cómo se sentían aquellos cuerpos celestes, ella era igual. Metáforas de su propia esencia.
Se metieron por fin en el túnel y avanzaron bastante. Frente a ellas se se abría un paraje similar al anterior, seguían en el espacio, pero ahora se extendía ante su ser un planeta azul poderoso y espléndido, un mundo en potencia.
Acerquémonos, Esperanza.
Se encontraron en medio de un océano inmenso, desde el que se vislumbraba a lo lejos un horizonte rocoso al que se aproximaron.
¡Mírate, Vida! ¡Qué pequeña eras!
Que tiempos más solitarios... Cuando yo estaba sola porque ninguno habíais nacido aún.
Cierto, tú habitas en todas las criaturas, no solo en los humanos. Tú fuiste la primera.
Y seré la última.
Se acercó a una criatura unicelular y la contempló con cariño y añoranza; era su primer "yo" material, su primera recreación.
¿Sabes, Esperanza? Recuerdo que me moría de ganas por compartir mi tiempo con más como yo... Pero ahora no me importaría volver a estar sola si eso implicase que las cosas no fuesen como son.
No comprendo.
Aún no. -se alejó y entró en la línea de nuevo. -Vamos, debemos seguir adelante.


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