martes, 31 de enero de 2012

La muerte de la imaginación. I

Sintió la llamada en su ser y esencia, hacía siglos, casi un milenio, que no tenía aquella sensación y, sin demora, acudió a ese punto donde convergen el cielo y el mar, donde solo puedes llegar cuando te pierdes o cuando te dejas guiar a ciegas, el punto donde el espacio y el tiempo son dos y a la vez ninguno. Pese a que había estado una sola vez allí, no tuvo problemas para llegar; responder a aquella llamada era cuestión de fe, había nacido con aquel saber implícito en sí.
Era tan hermosa la nada.
De camino encontró a otros como ella... Pero estaban en pésimas condiciones, malparados se arrastraban por el tiempo y avanzaban sin rumbo, perdidos. No entendía bien aquella situación: ella se había hecho grande con el transcurrir de los años, era bella y enorme, casi inconmensurable, pero sus compañeros eran pequeños y raquíticos restos de lo que fueron alguna vez, a penas podía reconocerlos.
La Cordura deambuló torpemente hasta situarse frente a ella. Empezó a moverse de manera extraña y a divagar en un volumen cambiante subiendo de manera estridente su tono y después bajándolo hasta convertirlo en susurros casi inaudibles.
Pasó de largo y continuó su camino, sintiéndose cada vez peor y compadeciéndose de los otros, evitando nuevas situaciones como la anterior. Rápido, tenía que ir más rápido.
Y, por fin, la vio, tan espléndida y tan enorme como siempre había estado, resplandeciente, brillante, simplemente ella. Se aproximó para tener más facilidad de comunicación.
He sentido tu llamada. ¿Qué ocurre?
Esperanza, me alegra ver que te encuentras bien. Quería asegurarme.
¿A caso no me ves siempre? Voy contigo a casi todas partes.
Lo se. Pero a ti, a la que nació del mismísimo corazón de los humanos, hacía mucho que no veía tu esencia primaria y me preocupaba que estuvieras como los otros.
¿Qué les ha pasado?
A eso me refiero. La cosa cada vez va a peor, incluso yo me veo afectada... ¡Hasta la Cordura se está sucumbiendo a la Locura!
Pero no lo entiendo. ¿Cómo puede ser, Vida? Ellos nos cuidan, vivimos en ellos y ellos de nosotros. Somos eternos, la eterna esencia, los Dones y las Virtudes.
No, Esperanza, hay otros... La maldad, el pecado, la injusticia, la avaricia... Cada vez se hacen más fuertes en el corazón de los humanos.
¿Cuándo ha ocurrido eso? ¿Cuándo se ha vuelto el mundo del revés? 
¿De verdad quieres saberlo? 
¡Claro! ¿En qué momento se corrompió el corazón de los humanos?
Puedo mostrártelo, pero esta historia es muy dura. Está escrita en el tiempo de los hombres  con sangre y horror.
No importa. Debo saber por qué cayó la Inocencia.
Está bien, amiga mía, acompáñame...

jueves, 26 de enero de 2012

Dudas vividas


En ocasiones me siento testigo mudo de mi existencia. 

Malviviendo el paso de los días y contemplando como las consecuencias de mis actos mecen mis pensamientos para sumirlos en un letargo del que no puedan salir.

En ocasiones me siento ausente de mi mismo, desconozco el rostro que me mira en los reflejos.

En ocasiones me siento un desconocido, un tipo ajeno que sale en ciertas fotos. 

En ocasiones soy yo y en ocasiones me miento.

Quizás haga falta una luz que alumbre un camino torcido y enrevesado. 

Quizás tenga que llegar “al camino recto por el más torcido”.

Quizás sea un sueño todo lo que he vivido.

Es entonces cuando despierto, y descubro rostros cómplices que me sonríen, a mi lado. 

Compañeros más que fieles de un loco desventurado que por ventura tropezó con más apoyos de los que mereciera en un sendero tortuoso.

Es entonces cuando una sonrisa prende mis labios como una chispa en un puñado de yesca.

Es entonces cuando alguien me recuerda quien soy.

Es entonces cuando vuelvo a ser yo.


Es entonces cuando decido volver a ser yo y no dejar de serlo.

sábado, 21 de enero de 2012

Retorno al verso marchito


Mientras queden en el cuerpo
las garras y la voz,
jamás dejare de contar,
pese a quien le pese,
todos mis pensamientos.

Mientras en el pecho
lata un corazón,
jamás dejare de mostrar
el orgullo y el cariño que siento
por amores y compañeros.

Mientras quede en la pluma
una sola gota de tinta,
jamás dejare prenderle
cada uno de mis sentimientos
a una hoja de papel.

martes, 3 de enero de 2012

El horizonte del pasado VI (FINAL)



–¿Alex?
Volvió sobre sus pasos, pero sólo había un par de huellas: las suyas.

Un escalofrío le recorrió la espalda.
–El no está.
Se giró y vio a una anciana salida de la nada, vestida de negro con un bastón en la mano derecha.
–Ya veo que no está. ¿Sabe dónde ha ido?
–Nunca estuvo...
–¿Qué? –frunció el ceño.
–Que él murió hace tiempo.
Se quedó helada.
–Pero... yo he pasado con él toda la tarde..., no puede ser...
–Si no me crees, su tumba está en el cementerio. Murió hace dos años mientras te esperaba. Le cogió una tormenta y una ola le lanzó contra los acantilados...
–¿Me está diciendo que llevo toda la tarde con un fantasma?
–No, hija; con un recuerdo. Tenías tantas ganas de verle que él no podía irse del todo sin despedirse de ti. Te aferraste a lo que quedaba de él.
Se levantó viento.
–Y usted ... ¿quién es?
–Nadie... sólo otro recuerdo...
La mujer empezó a desaparecer, a desdibujarse con la arena que el viento levantaba, ante sus propios ojos. No podía creerlo, era como estar en una pesadilla de la que no se podía escapar.
Subió corriendo a lo alto de la isla, donde unos muros y unos cipreses resguardaban los sepulcros de aquellos que se habían marchado para no volver. Estaba sin aire, pero necesitaba demostrar que lo que la mujer había contado era mentira.
Recorrió todo el cementerio, que no era muy grande, mirando los nombres que figuraban en las lápidas.... Casi llegaba al final cuando encontró lo que en realidad no quería encontrar; el nombre de ese chico al que había dejado en la isla, el recuerdo que se había despedido de ella y, por fin, descansaba en paz.
Se abrazó a la fría piedra que cubría su tumba y las lágrimas anegaron sus ojos.
–¡Lo siento! ¡Perdóname!
Paso allí toda la noche y parte del día siguiente, lamentándolo todo. Había cumplido su sueño, sí ... pero a un alto precio.

Cuando se serenó, se seco las lágrimas que no había derramado en años y sonrió a la tumba:
–Siento haber llegado tan tarde, pero te juro que cumpliré mi promesa.
Volvió a su casa, tomó unos folios y una pluma, regresó de nuevo al cementerio y se sentó junto al sepulcro. Suspiró un par de veces mientras acariciaba la lápida y lentamente llenó las blancas hojas de palabras de amor, de frases, de recuerdos... de lágrimas de añoranza y de dolor...
Cuando el capitán dio el aviso de que ya se avistaba tierra, salí corriendo de mi camarote y subí a cubierta. A penas una línea en el horizonte...



domingo, 1 de enero de 2012

Valentias


La valentía no consiste
en únicamente correr riesgos
la valentía es también
el decir: “no se”,
el reconocer los miedos,
el aceptar el más absoluto fracaso.
La valentía se encuentra
en el corazón del débil
que se vuelve a levantar.
Está en los ojos del que llora
sus errores y los enmienda.
En las manos del incapaz
que se desgañita por ofrecer
Su modesta ayuda.
está en la voz del que habla
Para defender a los demás.
La valentía es algo abstracto,
una cualidad que se asignan
normalmente los cobardes.